lunes, 22 de abril de 2024

Comunión al Horno

 

Comunión al horno

 

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

 

Miquela Micaela Tejer  el Inkarri exige atar el espíritu y la voluntad hasta generar una comunión, hemos empezado con el evangelio de la Matria donde unimos la voluntad con el Espíritu, luego viene el arca de la libertad que es un proceso formativo donde se une el espíritu con la voluntad de ahí cocinamos conscientemente viendo los espíritus y los anti espíritus hasta lograr esta comunión del espíritu integral, pero mira ¿Dónde estás cocinando? En el campo virtual algorítmico, aunque no estés conectada a internet, estas en el espacio virtual que lo configura ahora todo, por esto la necesidad de la ciencia del logos, para que veas la configuración del sistema no a través de un código  sino de una transferencia y generar comunidad transferencialmente y no algorítmicamente creando biotejidos no redes.

Siendo la conciencia el fundamento de todo sistema y no la información, ella se buscara a si misma negándose saliendo de si y volviendo a si aquí te comparto una navegación donde mi espíritu lucha por integrarse y encuentra el ser en Zubiri ¿Qué es el horno?    Ese intensificar y radicalizar la integración del ser, la desintegración del no ser   y la integración del ser y del no ser?

Aquí  intensifico la comunión del ser partiendo del no ser en Nietzsche, este desatar en el no ser y atar en el ser es la clave del reino, por lo mismo no te puedes quedar en la aprehensión del logos en Zubiri más no puedes dejar de escalar hasta la develación de lo real, luego tienes que desatar sino la hibris y pensaras que tienes la verdad aunque sepas que lo real te desborda aun como medio caerás en la hibris.

Una vez que pienses en el ser como verdad, como lo real medita en esta película:

https://www.youtube.com/watch?v=EL0grzx2Itw&t=6s

El escritor transfiere su lado oscuro a esta mujer imaginaria, pero es el, al igual que el judío con Yahvé de los ejércitos, es él, son ellos ,al igual que los cristianos con Jesucristo al final de los tiempos lo destruye todo, son ellos al igual que los musulmanes y Ala al igual que los hinduista con Krishna enseñándole su Dharma de guerrero a Arjuna, Al igual que Wiracocha violando son ellos , al igual que el hombre común culpando al alcohol es el , es decir somos nosotros, destruimos matamos y ordenamos el ser de acuerdo a nuestra conveniencia, por eso hay que cruzar el espejo y desatar al Dios que hemos creado, luego de Zubiri en el siguiente texto veremos  Engels y la formación de la familia para que desates lo que aprendiste con Zubiri , la cuestión está  en lograr el justo medio en el horno  la cuestione que eso es imposible, la sintranferencia donde el ser y el no ser se equilibran, un perfecto equilibrio es igual que una desintegración solo que aquí los dos lados funcionan tanto la del ser como la del no ser y entonces el Inkarri se levanta con toda su fuerza así como se desintegra en un cuerpo sin órganos para volver a levantarse, esta y no está, no hay otra manera de traspasar el bucle transferencial de la revolución peruana siempre fracasada.            

     

Las personas buenas son todas débiles: son buenas porque no son los suficientemente fuertes para ser malas

Nietzsche 

Jorge Americo Foche

Experto del grupo

Colaborador destacado

Para ser verdaderamente buenos, debemos crear los propios valores, ser auténticos, decidir sobre sí y para sí, dominar el carácter trágico de la vida y no necesitar ampararse en ficciones ni dioses.

 

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Jorge Americo Foche La voluntad de poder no es buena o mala ella simplemente se realiza o no en todo su potencial , pero para esto es necesario un cuerpo sin órganos y entonces ya no se trata de valores, sino de transferencias que crean bucles en los que permanecemos atrapados, al menos que nos atrevamos a vaciar nuestro cuerpo aprendiendo a actuar desde cero.

 

 

 

https://www.facebook.com/entreculturagt/videos/731700979177743

 

 

 

 

Todo lo que es profundo ama la máscara-. […] Yo podría imaginarme que un hombre que tuviera que ocultar algo precioso y frágil rodase por la vida grueso y redondo como un verde y viejo tonel de vino, de pesados aros: así lo quiere la sutileza de su pudor. A un hombre que posea profundidad en el pudor también sus destinos, así como sus decisiones delicadas, le salen al encuentro en caminos a los cuales pocos llegan alguna vez y cuya existencia no les es lícito conocer ni a sus más próximos e íntimos: a los ojos de éstos queda oculto el peligro que corre su vida, así como también su reconquistada seguridad vital. Semejante escondido, que por instinto emplea el hablar para callar y silenciar, y que es inagotable en escapar a la comunicación, quiere y procura que sea una máscara suya lo que circule en lugar de él por los corazones y cabezas de sus amigos; y suponiendo que no lo quiera, algún día se le abrirán los ojos y verá que, a pesar de todo, hay allí una máscara suya, y que es bueno que así sea. Todo espíritu profundo necesita una máscara: aún más, en torno a todo espíritu profundo va creciendo continuamente una máscara, gracias a la interpretación constantemente falsa, es decir, superficial, de toda palabra, de todo paso, de toda señal de vida que él da.

Friedrich Nietzsche,

Mas allá del bien y del mal, Sección segunda, El espíritu libre, Capitulo 40.

 

 

 

 

 

 

Resumen: El hombre y Dios de Xavier Zubiri es una obra que por derecho propio ha de ocupar un sitial en la historia de la filosofía. ¿Qué significa esta “y” del título del texto El hombre y Dios? Toda la clave del libro radica en descifrar qué sentido tiene esa “y”. Acceder, pues, al texto El hombre y Dios, implica forzosamente retrotraer nuestra investigación a la raíz misma de la “existencia humana”. Pretendo presentar una humilde vía de esclarecimiento. Mostrando la postura de Zubiri frente a Heidegger en ciertos puntos que considero capitales como “puerto” de acceso a la lectura de El hombre y Dios. Por tanto, llevaré a cabo esta investigación en tres breves navegaciones: I. El problema de la “y”. II. Sobre la “Erschlossenheit”. III. De la “Geworfenheit” a la “religación”.

 

 

Xavier Zubiri, nació en San Sebastián el 4 de diciembre de 1898. Cercano ya a los 85 años, estaba en plena producción filosófica, a punto de terminar un libro sobre Dios, cuando repentinamente muere el 21 de septiembre de 1983.1 La humanidad pierde irremediablemente uno de los filósofos más importantes del siglo XX. Zubiri fue discípulo de Ortega y Gasset, de Husserl y de Heidegger y además un profundo conocedor de todas las ciencias y lenguas orientales e historia antigua. Poco más de un año después de su muerte, somos testigos de un extraordinario, genial y estremecedor libro. Es el primero de los libros póstumos de Zubiri, El hombre y Dios.

 

1.       El problema de la “y” Su más cercano amigo, colaborador y discípulo, Ignacio Ellacuria, estuvo a cargo de la preparación del texto para su publicación. Es un libro de Zubiri desde el principio hasta el fin, sometido tan sólo a un levísimo arreglo redaccional.3 El hombre y Dios, es un texto apasionante. Es una obra que por derecho propio ha de ocupar, sin duda alguna, un sitial en la historia de la filosofía. Cada una de sus líneas, con sus 383 páginas, posee una riqueza filosófica desbordante. Sin embargo, su contenido plantea enormes problemas. Es un libro muy difícil de comprender y de analizar. Introducirse en la filosofía de Xavier Zubiri es todo un desafío intelectual y una aventura espiritual. Máxime si se trata de un problema que ocupó la mente de Zubiri por más de seis décadas. i En líneas muy amplias el esquema del libro El hombre y Dios se articula en sus tres momentos o partes. Iª La realidad humana. IIª La realidad divina. IIIª El hombre, experiencia de Dios. En la Primera Parte, Zubiri busca determinar qué es ser hombre y cómo se es hombre. En la Segunda Parte, Zubiri necesita ver que lo que ha encontrado en su búsqueda es Dios. En la Tercera Parte, Zubiri desde el planteamiento de lo que es el hombre y de lo que es Dios nos lleva a discutir el problema de Dios “y” el hombre. Estas tres partes están articuladas por una bisagra que requiere nuestra atención. ii Quiero dejar consignado que Zubiri comentaba a Jorge Eduardo Rivera Cruchaga que el libro, El hombre y Dios, estaba ya en líneas generales listo en 1972.4 Pero no es de extrañar, de parte de Zubiri, las minuciosas revisiones que padecería este libro en más de una década. Es importante destacar, además, tres puntos centrales, que corresponden respectivamente a las tres partes del libro, y que debe tener presente todo lector al introducirse en la lectura de El hombre y Dios. Muchos comentaristas pasan de largo las advertencias de Ignacio Ellacuria en la “Presentación” (HD, i-x., 24 de marzo de 1984). De no observar bien este punto, esto puede levantar, sin lugar a dudas, una enorme ola de inadecuadas interpretaciones del texto. Esta presentación es muy importante, pues, en ella quedan indicadas las tres partes del libro. La primera parte: iniciada y concluida en la primavera y verano de 1983. La segunda parte: realizada de regreso de Roma, a finales de 1973 y casi todo el año 1974, incluso principios de 1975. La tercera parte sería la transcripción del curso de Roma explicado en el otoño de 1973. Desde esta interesante perspectiva preguntémonos: ¿No cabría la posibilidad de acceder a toda la “obra zubiriana” desde esta primera parte finalizada ya en el verano de 1983? iii He de advertir que mi esquema no es exactamente el que sigue Zubiri, sino que se aparta ligeramente de éste. La razón de ello es el deseo de simplificar el acceso a este libro, ya de suyo muy difícil de leer. Empero -y estoy consciente de ello y el lector lo advertirá inmediatamente- hay temas que desbordan considerablemente el propósito de esta breve investigación. Así pues, desde el capítulo primero que versa sobre el hombre brota inexorablemente el capítulo segundo, que trata sobre Dios, hasta el florecimiento del capítulo tercero, el hombre “y” Dios. Y, en este sentido, este esquema refleja lo abordado en el texto El hombre y Dios de Xavier Zubiri, esto es, “El hombre”, “Dios”, “y”. ¿Qué significa esta “y” del título del texto El hombre y Dios? Esta es la pregunta axial de esta investigación. ¿En qué consiste esa “y” con que decimos el hombre “y” Dios”? Toda la clave del libro radica en descifrar qué sentido tiene esa “y”. En una frase apretada y muy difícil de dilucidar, dice Zubiri en la Introducción: “La ´y` del hombre y Dios es una versión constitutiva experiencial”.5 ¿Qué significa esta “y”? ¿Qué significa que sea una “versión constitutiva experiencial”? Grosso modo, el problema de la “y” del hombre y Dios es el más alambicado problema filosófico que Zubiri tiene en sus manos. La “y” es “abertura” a algo “más” . Zubiri quiere desentrañar esta “versión constitutiva experiencial” en la realidad en “hacia”.6 (Permítaseme, una breve “fórmula” : El hombre “y” Dios = El hombre “hacia” Dios. Este punto lo he tratado en otro lugar, sólo lo dejo consignado aquí, indicando que hay un grave problema en esta “y”, para una posterior “revisión” ). Sigamos, pues, navegando en dos puntos esenciales:  A) El problema filosófico de Dios. B) La “existencia humana”. A. El problema filosófico de Dios El problema filosófico de Dios, fue una permanente preocupación de Zubiri ya desde los años de Bachillerato, hasta los últimos días de su vida. Pues bien, acceder al texto El hombre y Dios, implica forzosamente retrotraer nuestra investigación a la raíz misma de la “existencia humana”. 7 ¿Qué quiere decir aquí “existencia humana”? ¿En qué sentido hay que concebirla? ¿Acaso ésta existencia humana “coincide” con lo que dice Zubiri en El hombre y Dios: la realidad humana? No voy a entrar a desentrañar todo el problema de la existencia humana. Sólo quiero indicar el orto del problema de Dios en un primer artículo de Zubiri. “En torno al problema de Dios”,8 artículo publicado en la Revista de Occidente 149 (1935) 129-159., constituye la primera formulación del problema de la religación, y, que junto a otros artículos apareció ya recopilado. 9 Este texto fue corregido y ampliado en Roma por Zubiri en marzo de 1936, que es el que definitivamente apareció en Naturaleza, Historia, Dios (NHD, 417-454). Es un hermoso, conciso y profundo ensayo que constituye la primera formulación del concepto de “religación”, en el cual se inscribe el problema religioso y, sobre todo, la posibilidad del ateísmo. Zubiri, dicho sea de paso, está viviendo situaciones dramáticas en torno a la fe, la religión y Dios. “La religación -nos dice- religatum esse, religio, religión en sentido primario -es una dimensión formalmente constitutiva de la existencia”.10 En otras palabras, el problema de Dios está inscrito en la constitutiva y ontológica religación de la existencia.11 ¿Qué significa esto de que la “religación” es una dimensión formalmente constitutiva de la existencia? ¿Es el ateísmo un modo de estar “des-ligado”? El tema de Dios, pues, el problema filosófico de Dios en Zubiri lleva un largo camino de elaboración.12 B. La “existencia humana” Forzosamente, he tenido que embarcarme en este ensayo, pues, la lectura del texto El hombre y Dios se torna inaccesible e intolerable, justamente, al ingresar a la Segunda Parte, La realidad divina. Porque esta obra no está con la figura que Zubiri hubiera querido presentarla al mundo filosófico. En efecto, al principio, incluso el mejor deseo tropieza con insospechadas dificultades y se encuentra con sorpresas impensadas. Sin embargo, este ensayo de 1935 es el “umbral” necesario para iniciar la navegación en El hombre y Dios. Teniendo presente que hay una distancia de más de cuatro décadas de este ensayo en relación al primer texto póstumo.  En su estancia en Roma, se le pidió a Zubiri autorización para una versión francesa en Recherches Philosophiques. Introdujo para ello algunas leves modificaciones de detalle, especialmente en el acápite IV. Así, la forma definitiva la alcanzo en marzo de 193613. A pesar de las modificaciones que sufrió el texto base que apareció en Naturaleza, Historia, Dios, el texto base de 1935 es lejos definitivamente mucho más inteligible que su posterior modificación de 1936. Así, “En torno al problema de Dios” (1935), en esta breve investigación posibilita el más accesible “puerto” desde donde desplegaremos velas y elevaremos ancla con el concepto de “religación”, con el fin de navegar hasta la forma que alcanzó su “reformulación” definitiva,14 en su libro póstumo El hombre y Dios. Zubiri realiza un análisis de lo que él llama la “existencia humana”. En el ensayo: “En torno al problema de Dios” (1935), señalaba: “....la posibilidad filosófica del problema de Dios consistirá en descubrir la dimensión humana dentro de la cual ha de plantearse (...) La existencia humana, se nos dice, es tal que consiste en encontrarse entre las cosas y, cuidándose de ellas y arrastrada por ellas, hacerse a sí misma”.15 Y años después en el artículo: “Introducción al problema de Dios” (1963), Zubiri hace una expresa referencia a la existencia humana, como punto de partida del problema de Dios: “Es menester -nos dice- partir de un análisis de la existencia humana”.16 Recoge, sin duda, ideas heideggerianas,17 pero no se queda en ellas reposando, sino que radicaliza más su pensamiento, desentrañando penosa y lentamente el concepto de “religación”. Aquí Zubiri se propone anclar, como diría Martínez18, el problema de Dios en la entraña, en la raíz misma del existir humano. Zubiri, tiene presente en su reflexión la estructura de la “Geworfenheit”, que literalmente significa el “estar arrojado”. Sin embargo, pienso que no es sólo ésta estructura heideggeriana la que está presente en Zubiri y la única que tenía in mente en su ensayo “En torno al problema de Dios” (1935). Hay otras estructuras que juegan, tal vez, en mayor o menor medida, un papel más importante que la “Geworfenheit”. Zubiri establece claramente, y, dicho sea de paso, dos direcciones en torno al problema de Dios. De un lado, en la dirección de la sistematización del problema de Dios. De otro lado, el momento estructural del hombre, es decir, la dimensión teologal.19 Con lo anterior es suficiente para dejar enmarcado globalmente

2.       el problema del hombre y Dios. Pasemos, pues, a nuestro segundo apartado. II. Sobre la “Erschlossenheit”. Heidegger en Ser y tiempo en el § 28 habla de una “Erschlossenheit”, “aperturidad”. “Das Dasein ist seine Erschlossenheit”,20 “El Dasein es su aperturidad”,21 ¿Qué es esta “Erschlossenheit”? La palabra que en alemán es “Erschlossenheit”, significa el hecho de que el Dasein, está abierto, entiéndase: abierto al mundo, abierto a sí mismo, abierto a los demás Dasein y, maxime, abierto al ser.22 Es un abrir radical en que consiste el ser del “Dasein”. La existencia está abierta a sí misma y lo está en y por sí misma. Esto es, la “aperturidad” forma parte de la existencia en cuanto tal. Esta “Erschlossenheit” está constituida básicamente por la “disposición afectiva”, “Befindlichkeit” y el “comprender”, “Verstehen”, articulados ambos por medio del “discurso”, por medio de la “Rede”. ¿Qué es eso de “Befindlichkeit”? ¿Qué es eso de “Verstehen”? Veamos más de cerca esta “disposición afectiva” y el “comprender”. A. “Befindlichkeit”. “Befindlichkeit”, “disposición afectiva”. Es la condición según la cual el “Dasein” siempre se encuentra en algún “estado afectivo”, “estado de ánimo”. El Dasein se encuentra, se siente consigo mismo en sus estados de ánimo. Tengo una manera de estar dispuesto en mis estados de ánimo. No es una intelección intelectual, teorética, sino un estar abierto al ser de las cosas, a las demás personas, a mi mismo, por ejemplo, cuando percibo la inocencia de mi sobrino de once meses. Sólo lo siento en un determinado sentimiento. Aquí el sentimiento descubre la inocencia. La “Befindlichkeit” me abre al pasado, yo ya estoy instalado en una situación particular. “Die Befindlichkeit erschließt das Dasein in seiner Geworfenheit”. “La disposición afectiva abre al Dasein en su condición de arrojado”.23 ¿Qué es esta “condición de arrojado”? Más adelante veremos este punto. Cuando hay un sentimiento ya estoy en una situación determinada y, desde ahí me abro. Expresaba San Buenaventura en el “Itinerarium mentis in Deum”: “magis exercitatio affectus quam eruditio intellectus”.24 En este sentido va a decir Zubiri: “El hombre no puede sentirse más que religado o bien desligado”.25 Así, la posibilidad del ateísmo se abrocha en esta posibilidad de la Befindlichkeit, de sentirse “des-ligado”. “La existencia que se siente desligada es una existencia atea”.26 Heidegger indica en Ser y tiempo, que el “Dasein” está abierto a su propio ser, pero al mismo tiempo lo encubre, lo distorsiona. “Al Dasein existente le pertenece el ser-cada-vez-mío como condición

 

de posibilidad de la propiedad e impropiedad. El Dasein existe siempre en uno de estos modos o en la indiferencia modal de ellos”.27 Es interesante que Zubiri sostenga en la Segunda Parte de El hombre y Dios, que, ante Dios, además, de teísmo, ateísmo, agnosticismo, hay también, “in-diferencia”.28 La “Befindlichkeit” abre al hombre en su “Geworfenheit”. Desde Heidegger y más allá de Heidegger podríamos preguntarnos: ¿La Befindlichkeit abre al hombre “positivamente” en su “ser” “religado” y “cierra” negativamente su ser al sentirse “desligado”? Por lo pronto, esta cuestión desborda plenamente lo expuesto. Pues bien, la Befindlichkeit, está entretejida con el “Verstehen”. Este último, no es un comprender teórico, sino un comprender vital de sí mismo. Zubiri va a cambiar esta postura de la Befindlichkeit, de “sentirse” religado o desligado. Hay un notable progreso de su pensamiento en El hombre y Dios. La religación ya no está inscrita en un puro sentimiento, sino que la religación es esencialmente el acontecer del problematismo de la fundamentalidad. Estoy “afectado”, por ejemplo, porque previamente “ya” estoy en la realidad. Es decir, la religación no es un sentimiento de dependencia incondicional. Porque todo sentimiento tiene un momento intrínseco y formal de realidad. Hay afección. En el sentimiento el hombre está afectado. Esta afección es un modo de estar en la realidad., “...para que haya un sentimiento de dependencia tiene que actualizarse el momento de realidad como algo a lo que estoy ligado, como algo anterior al sentimiento mismo (...) Toda dependencia incondicional presupone una realidad relativamente absoluta. Es decir, presupone la religación”.29 “La religación no es mera vinculación ni es un sentimiento de dependencia sino la versión constitutiva y formal al poder de lo real como fundamento de mi vida personal”.30 Pasemos, pues, a nuestro segundo aspecto. ¿Qué se entiende, en líneas más amplias, por “Verstehen”? B. “Verstehen”. “Verstehen”, “comprender”. ¿Puede ser entendido “verstehen”, “comprender”, en un sentido teórico? Nada más alejado de lo que Heidegger quiere decir. No es una comprensión teórica. “Con el término comprender - dice Heidegger- nos referimos a un existencial fundamental, y no una determinada especie de conocimiento, diferente, por ejemplo, del explicar y del concebir, ni en general, a un conocer en el sentido de aprehensión temática”.31 El “Verstehen”, heideggeriano es estrictamente un comprender de sí mismo, me abro a mi mismo, a las cosas, a los otros hombres, en última instancia al ser. Esa abertura a mi ser, de mi mismo, es cuando, de algún modo, comprendo mi situación, desde la situación en la que ya estoy, por ejemplo, estoy leyendo. El ser se abre al futuro. En ese sentido la “Befindlichkeit” es el pasado. Porque precisamente me encuentro ya en un determinado estado de ánimo, y desde ahí me abro a las posibilidades futuras de mí ser. Hay un pasado radical. En cambio, en el “Verstehen” me encuentro abierto al futuro. “Concebido -señala Heidegger- en forma existencial originaria, el comprender es el proyectante estar vuelto hacia un poder-ser por mor del cual el Dasein existe cada vez. El comprender abre el poder-ser de cada Dasein (cf. §31, p,166 ss), de tal manera, que, comprendiendo, el Dasein sabe cada vez, de algún modo, qué pasa con él”.32 “Verstehen” es futuro. En otras palabras, la vida del ser humano es un “quehacer”. Es un hacer que hay que hacerlo, y eso es mi existencia. Cuando estoy haciendo algo en mi vida aparece el futuro. La palabra “quehacer” tiene una riqueza innegable en castellano. En Ortega leemos: “De toda circunstancia, aun la extrema, cabe evasión. De lo que no cabe evasión es de tener que hacer algo y, sobre todo, de tener que hacer lo que, a la postre, es más penoso: elegir, preferir. ¿Cuántas veces no se ha dicho uno que preferiría no preferir? De donde resulta que lo que me es dado cuando me es dada la vida no es sino quehacer. La vida, bien lo sabemos todos, la vida da mucho que hacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido en cada caso sea no uno cualquiera, sino lo que hay que hacer -aquí y ahora-, que sea nuestra verdadera vocación, nuestro auténtico quehacer”.33 En el ensayo “En torno al problema de Dios”(1935) casi al final del acápite II, leemos: “El hombre al estar abierto a las cosas, va hacia ellas y las encuentra. Al estar religado el hombre viene desde Dios y está ya en Él”.34 ¿Qué es esto de que el hombre está “abierto” a las cosas? ¿En qué sentido va “hacia” ellas? En primer lugar, vemos el papel implícito de la “Erschlossenheit”, “aperturidad”. El hecho, de que el hombre está abierto a las cosas. Es decir, su ser está abierto. En segundo lugar, observamos en el pasaje ya “incoado” el “hacia”, estructura zubiriana absolutamente capital y tan recurrente en El hombre y Dios. Este “hacia” va a ir cobrando un volumen enorme –y al mismo tiempo imperceptible- al interior de El hombre y Dios. Esto detonará más adelante que Zubiri afirme que: “...nos encontramos lanzados del hombre a Dios...”.35 Para enmarcar esto de mejor manera véase un par de textos: “La realidad de Dios es por lo pronto una realidad en el modo de ´hacia`”. “En esta dimensión de apertura religada, el hombre está lanzado desde el poder de lo real ´hacia` aquello en que éste se funda, hacia Dios”.37 En tercer lugar, aparece la “disposición afectiva”, “Befindlichkeit”, y el comprender, “Verstehen”. En efecto, repasemos nuevamente el pasaje: “El hombre al estar abierto a las cosa, va hacia ellas y las encuentra. Al estar religado el hombre viene desde Dios y está ya en Él”.38 En Heidegger vemos un pasaje clave: “El comprender se funda primariamente en el futuro; en cambio, la disposición afectiva se temporiza primariamente en el haber-sido”.39 Zubiri en El hombre y Dios, al sostener que el hombre es constitutivamente una esencia formalmente abierta a su propio carácter de realidad,40 sin duda, tiene in mente el ensayo “En torno al problema de Dios” (1935). Zubiri fue discípulo de Heidegger por los años 30. Zubiri parte de la situación abierta por Heidegger, pero va más allá de Heidegger. Declaraba Zubiri: “...se ha visto que el ser del sujeto consiste formalmente, en una de sus dimensiones, en estar ´abierto` a las cosas”.41 No hay duda, sobre la referencia implícita a la “Erschhlossenheit” de Heidegger. Zubiri está haciendo mención permanentemente a nociones heideggerianas. En efecto, “no es que el sujeto exista y ´además` haya cosas, sino que el ser sujeto consiste en estar abierto a las cosas”.42 Pero, Zubiri reprocha a Heidegger la insuficiencia de su análisis, pues, siempre hay “algo” más. “Además de cosas ´hay` también lo que hace que haya”.43 En esta época el “hay” ocupa el lugar de la realidad. Para Zubiri lo radical no es la propia existencia. Lo radical no es un hecho entre otros, sino algo previo a todo hecho, esto es: la realidad misma. Y esta realidad inexorablemente se me hace presente no en un comprender existencial, sino en un acto fundamental de la propia realidad humana, el sentir. Zubiri abrirá una vía más radical que Heidegger: “Es de Heidegger -nos decía- la tesis de que das Dasein, la existencia humana tiene una Erschlossenheit, está abierta a sí misma y a las cosas por algo que es Seinsverständnis, la comprensión del ser [cf. SuT §18 y §31] (...) Pero ¿es verdad que el hombre está abierto a las cosas primariamente por comprensión? Toda comprensión es un acto de inteligencia -Heidegger no emplea este vocabulario, pero no importa para el caso-. De esto no hay duda ninguna. Pero no es ese el acto elemental y radical de la inteligencia, que primariamente no aprehende la realidad por vía de comprensión sino en un sentir del que la inteligencia es intelección intrínseca y que la convierte, por consiguiente, en inteligencia sentiente”.44 Teniendo presente estos breves pasajes se entiende que Zubiri en El hombre y Dios, exprese que: “...por ser una realidad sustantiva dotada de inteligencia, el hombre es constitutivamente una esencia formalmente abierta a su propio carácter de realidad. (...) la esencia abierta está formalmente religada”.45 Su apertura es, en consecuencia, una “apertura religada”.46 Así, vemos que, gracias a la atenta mirada que Zubiri puso en la “Erschlossenheit”, radicaliza el acto elemental y radical de la inteligencia. Que primariamente no aprehende la realidad por vía de comprensión, sino en un sentir intelectivo o inteligencia sentiente. Observa Zubiri en un pasaje iluminador, “Y así como el estar abierto a las cosas nos descubre, en este su estar abierto, que ´hay` cosas, así también el estar religado nos descubre que ´hay` lo que religa, lo que constituye la raíz fundamental de la existencia”.47 A “eso” que “hay” y que religa Zubiri lo llama: “Dios”, es decir, “aquello a que estamos religados en nuestro ser entero”.48 Zubiri pasa muy rápido a la identificación con Dios. Cosa que no sucederá en El hombre y Dios. El camino será mucho más largo, penoso y complejo. ¿Qué es esto de estar religados “en” nuestro ser entero”? ¿Qué alcance tiene este “en”? Pues bien, lo que me ocupa a radice es indicar la cercanía por estos años entre Zubiri y Heidegger y que lo podemos constatar con más claridad al seguir navegando, en la “Geworfenheit”.

 

 

De la “Geworfenheit” a la “religación” La “Geworfenheit” ha sido considerada49 el “umbral” desde dónde arranca la compleja idea de la “religación”. El concepto de la “religación” no florece sólo y exclusivamente de la “Geworfenheit”.50 Pero si es su detonante fundamental. Ya hemos visto la insuficiencia de la existencia humana como “Erschlossenheit”, y como irrumpe esta idea del sentir intelectivo. En el sentido que el hombre primariamente no aprehende la realidad por vía de comprensión, sino en un sentir intelectivo. Para Zubiri, el hecho radical no es el lenguaje, pero tampoco la propia existencia. Lo radical para Zubiri no es un hecho entre otros, sino algo previo a todo hecho, esto es: la realidad. Y esta realidad se hace presente en nosotros no en un “comprender existencial”, sino en un acto fundamental de la propia realidad humana: el sentir. (Analizar minuciosamente cada una de las articulaciones de toda esta teoría de la inteligencia sentiente51 es una tarea titánica que muy bien lo están haciendo los comentarista y discípulos de Zubiri).

 

i Volvamos a la “Geworfenheit” y su repercusión en Zubiri. Demos algunos pasos que configuren de mejor manera lo que quiero con más precisión indicar. Leemos en el ensayo de 1935: “...el fenómeno de ´estar arrojado` que otros a que voy a referirme, no pueden adquirirse sino en el análisis mismo de la existencia. Todo el sentido de lo que va a seguir consiste en tratar de hacer ver que no está descrita la existencia humana con suficiente precisión.... “.52 “La existencia humana, pues, -dice Zubiri- no está solamente arrojada entre las cosas, sino religada por su raíz”.53 Este es el texto axial de este apartado. ¿Qué significa que la existencia humana no está “solamente” arrojada sino que está “religada” por su raíz? ¿De qué raíz se trata? Vemos, ante todo, que la “Geworfenheit” está íntimamente inscrita en Zubiri. “La existencia humana está arrojada entre las cosas, y en este arrojamiento cobra ella el arrojo de existir”.54 Martínez de Pisón, nos decía: “La clave zubiriana para abordar el problema de Dios se encuentra en la religación del hombre al poder de lo real. ´La existencia humana, pues, no solamente está arrojada entre las cosas, sino religada por su raíz` (NHD, 373). Esta es la posición de Zubiri como contraposición, o complemento, al ser arrojado heideggeriano”.55 ii Al carácter fáctico del existir humano Heidegger lo llama el “estar arrojado”, “Geworfenheit”. Rivera hablando sobre la facticidad y su articulación con la religación, nos dice: “La facticidad no es un mero factum, sino una estructura de ser, y como tal tiene una función positiva en la constitución de ser del Dasein. Heidegger no ha explotado plenamente este aspecto positivo de la facticidad. En cambio, sí lo ha hecho Zubiri, para quien en la estructura del ´tener que` se manifiesta una ligazón al ser (o a la realidad) que Zubiri llama ´religación`, y que es el fundamento que nos lanza a la búsqueda de esa realidad enigmática que llamamos Dios. (...) Al carácter fáctico del existir humano Heidegger lo llama también el estar arrojado (Geworfensein o Geworfenheit). Este concepto implica, además de la facticidad del ´tener que` ser, el que el Dasein tiene que ser cada vez en una situación absolutamente concreta, en aquella en que fácticamente es”.56 Así, de un lado, la “Geworfenheit”, “estar arrojado”, indica que el hombre en el primer acto de inteligencia ya está existiendo. Es decir, “yecto”: es el pasado radical “ya”. Es el primer momento. A mi ser le pertenece mi “yectidad”. No se arroja él. Es, “estar arrojado”. Es tener ya dado o recibido el “ser” desde el primer momento. No lo pongo yo; estoy arrojado en la existencia humana. iii Hay, de otro lado, una pequeña distinción con la “facticidad”. Esta es la concretización de la existencia humana. Estoy arrojado, en un lugar concreto y muy determinado. En efecto, normalmente yo hago muchas cosas, me levanto por las mañanas, leo, camino, me alimento, etc, etc., pero hay algo que está permanentemente presente en lo más hondo de mi vida y que no está expuesta explícitamente. Es la existencia. Me encuentro que yo tengo una deuda con mi propia existencia, la cual yo no me la he dado; me encuentro con ella, nací en un hermoso país, Chile, en Chuquicamata, en 1966, en el desierto más árido del mundo y en el cielo más diáfano de la tierra; con unos padres, con una determinada lengua materna, etc, etc., es decir, me encuentro en este mundo existiendo “ya”, estoy arrojado a la existencia, mi vida es una “facticidad”. Y de todo eso yo soy “deudor”. Es mío y no soy plenamente dueño, esa es la “paradoja”: la deuda. Tengo algo que es mío, pero no es mío. Es lo que en Heidegger es el ser culpable. Ser culpable y estar en deuda son exactamente iguales. Si yo tengo una cosa que me pertenece, pero no es mío, es prestado, es una deuda, mi ser es un ser prestado. Volvamos a Zubiri, leamos completamente un pasaje clave: “La existencia humana, se nos dice, es tal que consiste en encontrarse entre las cosas y, cuidándose de ellas y arrastrada por ellas, hacerse a sí misma. En este su hacerse, la existencia humana adquiere su mismidad y su ser, es decir, en este su hacerse es ella lo que es y como es. La existencia humana está arrojada entre las cosas, y en este arrojamiento cobra ella el arrojo de existir. La constitutiva indigencia del hombre, ese su no ser nada sin, con y por las cosas, es consecuencia de estar arrojado, de esta su nihilidad ontológica”.57 Este texto es clave de “En torno al problema de Dios”, del acápite II, que refleja las emanaciones de Heidegger en Zubiri. iv Nuevamente. ¿Qué es esto de la existencia humana? ¿Por qué Zubiri habla en El hombre y Dios de realidad humana y no de existencia humana? ¿Qué es esto de que la existencia humana está arrojada “entre” las cosas? ¿Qué papel están jugando las cosas para el hombre?, “el Dasein -dice Heidegger- es una existencia arrojada, no se ha puesto a sí mismo en su Ahí”.58 ¿Cómo entender una existencia arrojada? Heidegger quiere mirar la existencia del hombre tal como se da de facto, antes de toda filosofía, de toda ciencia, de toda teoría. Lleva a cabo lo que llama la “analítica existencial”. Es decir, al ser sólo se llega a través de un análisis del Dasein, de una analítica existencial. Es lo más difícil de llevar a cabo. Lo más grave es que el ente que va a ser analizado, la existencia humana, se escapa tenazmente a todo análisis. La existencia humana rehúsa ser, por decirlo de algún modo, “fotografiada”. Ella huye a ser “escaneada” . Este ente que es el hombre es huidizo. Pero, además, la dificultad crece, pues, es difícil de hacer porque la existencia humana es en sí misma inanalizable; porque para analizar algo tengo que mirarlo y para mirarlo tengo que tenerlo al frente y detenerlo.59 v “Dialogando con Heidegger -dice Diego Gracia- es como en 1935 describe Zubiri el fenómeno de la religación, su doctrina más conocida del gran público. Pienso que este concepto surgió a partir del heideggeriano de Geworfenheit, pero para transformarlo y superarlo internamente. Geworfenheit es un sustantivo abstracto alemán, derivado de un verbo, el verbo werfen, que significa ´lanzar`, ´tirar hacia adelante`. De él procede también el sustantivo Entwurf, ´proyecto`, que Heidegger eleva a categoría ontológica en su libro Sein und Zeit. Geworfenheit puede traducirse como propone Gaos, por ´estado de yecto`(a). Jorge Eduardo Rivera lo traduce por ´condición de arrojado`(b). Las dos traducciones son correctas, pero la primera tiene la ventaja de que permite conservar en castellano el juego Entwurf, ´proyecto`. Por eso convendría traducir Geworfenheit por ´estar yecto o yectado` más que por ´estar arrojado`, o también por ´yección`. En tanto que ser yectado, yectivo o yecto, el hombre no puede no estar realizando continuamente pro-yectos y ser responsable de ellos. De ahí la categoría de Sorge o cuidado, tan ubicua en el libro de Heidegger. Éste advierte expresamente que no se trata de ´ética`(c), como tampoco la yección tiene que ver directamente con la religión, sino que se trata de algo previo, de su propia condición de posibilidad. Ese algo previo es ´destino` y es ´entrega`. ´Existencia significa estar destinado al ente, como tal, en una entrega al ente que le está destinado como tal`(d). No se entienda Geworfenheit de un modo negativo, como si el ser humano estuviera lanzado o arrojado sin ninguna consideración. Nada de eso. Se trata de una Geworfenheit o experiencia fundamental, que Heidegger llama también Offenbarung, revelación o patencia”.60 Diego Gracia tomando como base los análisis heideggerianos de la Geworfenheit piensa que Zubiri pretende ir más allá, es decir, profundizar en el carácter “yectivo” de la existencia humana. Sin embargo, por otra parte, “condición de arrojado” podría reflejar más hondamente la previa condición del existir del Dasein. 61 Pero, “estar arrojado” en rigor es lo que Zubiri afirma en su texto de 1935. Dice Zubiri: “¿Cuál es la relación del hombre con la totalidad de su existencia? ¿Cuál es el carácter del hombre de este estar arrojado [Geworfenheit]* entre las cosas? ¿Es un ´simple` encontrarse o es algo más? ¿No será algo más honda y radical aún su constitutiva nihilidad ontológica?”.62 ¿Qué es eso de algo “más”? Observando Zubiri la insuficiencia del análisis hecho por Heidegger de la existencia humana, ha transitado más allá de Heidegger -la prueba de ello es su ensayo de 1935-. Así, ganado lo anterior. Hemos visto sucintamente que Zubiri va más allá que Heidegger. Podemos concebir de modo más claro lo que expresa Zubiri al sostener que: “El hombre, al estar abierto a las cosas, va hacia ellas y las encuentra. Al estar religado el hombre viene desde Dios y está ya en Él”.63 vi La cuestión central aquí es: ¿qué sentido, entonces, tiene que Zubiri pretenda en El hombre y Dios en la Segunda Parte realizar una “marcha intelectiva” si ya estamos en Dios, (teniendo, sobre todo, presente, además, el ensayo de 1935)? ¿Qué sentido tiene “buscar” “algo”, en este caso Dios, si ya Dios está “en” mi ser? Eo ipso, cualquier intento de “encontrar” a Dios, al parecer, es absurdo. El hombre no puede, propiamente hablando “encontrarse con Dios”. Porque, Dios no es una cosa más. Pero el hombre lo puede “encontrar” en sí mismo, en su propio “existir”. ¿Es tan claro esto? “Existir -dice Zubiri- es, en una de sus dimensiones, estar habiendo descubierto ya a Dios en nuestra religación”.64 Lo anterior se abrocha con lo siguiente: “El hombre se encuentra a sí mismo en las cosas, bosquejando un mundo de posibilidades, de hacerse algo con ellas; se encuentra a sí mismo en Dios al estar ya teniendo que hacerse”.65 Lo anterior, y dicho sea de paso, echa por tierra todo posible debate, estéril por lo demás, que especula que Zubiri promueve un cierto elitismo religioso al hablar del encuentro con Dios en la plenitud humana, y no en la fragilidad humana.66 Porque Zubiri, desde sus inicios está apuntando a un “análisis ontológico”.67 Zubiri apela a la situación limite, esto es, a la muerte súbita de un ser querido, no en el sentido que “no somos nada”, sino en aquellos casos en que el que muere lo hace haciendo suya la muerte misma, aceptándolo, como justo coronamiento de su ser. Ahí “sentimos” la “realidad, el fundamento de la vida”.68 Pues bien, lo que Zubiri ha llamado el “problema de Dios” no es una “demostración” -es una declaración permanente de Zubiri en sus obras-, sino que es un “análisis ontológico de una de nuestras dimensiones. El problema de Dios no es una cuestión que el hombre se plantea como un problema científico o vital, algo que en última instancia podría o no ser planteado, sino que es un problema planteado ya en el hombre por el mero hecho de hallarse implantado en la existencia”.69 vii ¿Qué es esto de “implantado”? Zubiri piensa, a la altura de 1935, que el hombre se encuentra en algún modo implantado en la existencia.70 Pero, la palabra existencia para él es bastante equívoca; prefiere hablar de “ser”.71 El hombre se encuentra implantado en el ser. ¿Qué significa “implantado”? ¿Qué significa que el hombre esté implantado en el “ser”? Volviendo al ensayo de 1935, nos dice Zubiri: “...la persona es el ser del hombre. La persona se encuentra implantada en el ser para realizarse”.72 Ahora bien, López Quintás, comentando el punto de partida de Zubiri, sostiene que el uso del término “arrojado” implica la convicción de que el entorno en que se halla situado el hombre le es extraño, hostil. En cambio, el término “implantado” sugiere, más, bien, que el entorno juega el papel de tierra acogedora en que el hombre puede y debe echar raíces y desplegarse fecundamente.73 Sin embargo, Rivera advierte que la imagen de “implantación” se presta a equívocos. Porque no se trata de que el hombre esté “plantado” en la realidad, “sino que, justo al revés, jamás está quieto en ella: tiene que ejecutar actos precisamente para estar en la realidad y por estarlo. En esos actos estriba lo que llamamos ´vida humana`. Tomados todos ellos a una, constituyen el efectivo poseerse del hombre como realidad propia, esto es, personal”.74 En El hombre y Dios, nos dirá que el hombre, la persona, es un modo de estar “implantado en la realidad”.75 Más, bien, “el hombre esta implantado en la divinidad”.76 Esto levanta una tormenta de graves problemas. ¿Acaso esto de estar “implantado” en la divinidad no arrastra una oleada de “panteísmo”? ¿Cómo de estar el hombre “implantado” en el “ser” pasa a estar más adelante “implantado” en la divinidad”? ¿Divinidad coincide con “ser”? ¿Son lo mismo?

 

Conclusión 

Así, en Zubiri lo radical no es la propia existencia. Lo radical no es un hecho, sino algo previo a todo hecho, esto es: la realidad misma. Y esta realidad se me hace presente no en un comprender existencial, sino en un sentir. En un sentir intelectivo. La denuncia de Zubiri es evidente, la existencia humana no está descrita con suficiente precisión, pues, la relación del hombre con la totalidad de la existencia no es simplemente “estar arrojado”, hay algo “más”. Porque la existencia humana no está solamente arrojada, sino “religada”. Y este es el “fundamento” que nos lanza a la búsqueda de esa realidad “enigmática” que llamamos Dios. Esta investigación -finalmente- que pretendía ser la introducción a la lectura del texto El hombre y Dios se ha convertido sólo en una humilde “introducción” a la Introducción del texto mismo. Solemnidad de San José, Isla de Montreal, 2012

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paola Misseroni

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La libertad es demasiado fatigosa. También hay q saber abandonarse a los hábitos, a la rutina, someterse a un orden q aligere la existencia. Ceder algunas libertades.

Christian Franco Rodriguez

Ceder una libertad, luego otra, luego otra con tal de ganar una vida mas cómoda menos comprometida y al final ceder también nuestra conciencia toda, para poder gozar del intersticio entre un entretenimiento y otro ese espacio oscuro donde se silencia todo llamado, toda pantalla y es que has olvidado por fin tu nombre.

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¿Te consideras un artista interdisciplinario?
¿Por qué?

Inter es una relación que se basa en compartir diferencias partiendo de la igualdad ¿Cuál es el problema? Que el mundo jamás ha logrado internacionalizarce es decir que las naciones no se respetan como iguales y muchos menos aprenden de sus diferencias de hecho las relaciones son multinacionales o transnacionales, en la multiplicidad siempre hay una unidad y la unidad del mundo actual es Estados unidos, y este tolera una multiplicidad que este basada en su forma de vida en su sistema así puede transnacionalizarce es decir traspasar por todas las naciones con su capital ahora yendo a las disciplinas ¿Hay interdisciplinariedad? No, porque por mas que nos llenemos la boca diciendo que partimos de una igualdad y que respetamos las diferencias y aprendemos de ellas eso es floro barato , para que suceda cada disciplina tendría que tener una episteme fuerte que el permita interactuar con otras y esto no es así, son las ciencia duras las que mandan y a partir de ellas se construyen proyectos en especial la física viene a ser la base de todo y en las humanidades la economía, un dialogo disciplinario de igual a igual con la física y la economía nadie lo ha tenido, hay que hablarles desde su propio lenguaje ahora ¿Yo soy interdisciplinario? No por supuesto que no pienso que la interdisciplinariedad es imposible como toda locura humana pero si apuesto por una complementariedad de nuestros hemisferios de nuestro espíritu con nuestra voluntad, dela religión con el arte, de la filosofía con la ciencia, de la modernidad con las pos modernidad , en una modernidad complementaria. 

 

La conciencia sale de si misma siempre y sale a adorar no sale a otra cosa que a adorar, aun en la ciencia y muchos mas ahora en el algoritmo, luego aprenderán a acomodarse la corbata y el vestido pero en el fondo seguirán adorando.  

 

 

Christian Franco Rodriguez

No si hubiera sido así no hubiera funcionado, hubo mucha estética en juego y la primera fue una estética Sócratica donde la belleza esta en la conciencia develándose esta en un actuar bondadoso, luego vino una estética románica sencilla de formas muy humildes para pasar luego a una estética gótica de gran vuelo y ahí se acaba, viene el renacimiento y se vuelve a la estética pagana y se hace necesaria la inquisición, lo que nos llevara a la ilustración pasando de la fe a la Razón.

 

Jorge Americo Foche

Experto del grupo

Colaborador destacado

Christian Franco Rodriguez La voluntad de poder es un concepto central en la filosofía del filósofo alemán . Se entiende mejor como una fuerza irracional, que se encuentra en todos los individuos, que se puede canalizar hacia diferentes fines. Nietzsche exploró la idea de la voluntad de poder a lo largo de su carrera, categorizándola en varios puntos como un principio psicológico, biológico o metafísico. Por esta razón, la voluntad de poder es también una de las ideas más incomprendidas de Nietzsche.

 

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Christian Franco Rodriguez

Colaborador destacado

Jorge Americo Foche Si yo la comprendo transferencialmente: 1→0→1 ser transferencia logos transferencia Espíritu tenemos en Nietzsche su inversión 0←1←0 Voluntad  de poder  retransferencia libido, retransferencia energía esta energía es potencialidad   dando cuenta de un cuerpo sin órganos que al transferirse es mediado por el libido para manifestarse como voluntad de poder es decir afirmación existencial, en Nietzsche nos quedamos en la voluntad de poder con el psicoanálisis exploramos el libido y con la física cuántica la potencialidad multiuniversal de la materialidad asi que ya podemos conocer la transferencia invertida 0→1→0     y entonces ya no se trata de una transvaloración sino de vaciar al cuerpo de sus órganos para partir de una potencialidad máxima.

 

 

 

𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐲 𝐑𝐢𝐜𝐡𝐚𝐫𝐝

𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐍𝐢𝐞𝐭𝐳𝐬𝐜𝐡𝐞, uno de los filósofos más influyentes del siglo XIX, era conocido por su pensamiento profundo y a menudo provocativo. Su personalidad era intensa y apasionada, reflejada en su crítica a las convenciones sociales y morales de su tiempo. Nietzsche abogaba por la superación del ser humano a través del "Übermensch" o superhombre, un ideal de individuo que crea sus propios valores y vive auténticamente, más allá de las normas sociales y religiosas. Era escéptico de la verdad absoluta y de las estructuras de poder, promoviendo en su lugar una perspectiva vitalista que valoraba la experiencia y la interpretación personal sobre los hechos objetivos. Su pensamiento destacaba la importancia de la voluntad, la pasión y el poder creativo del individuo.

𝐑𝐢𝐜𝐡𝐚𝐫𝐝 𝐖𝐚𝐠𝐧𝐞𝐫, compositor alemán del siglo XIX, era un artista de personalidad compleja y carácter apasionado. Profundamente innovador, Wagner revolucionó la ópera con su concepto de "Gesamtkunstwerk" o "obra de arte total", integrando música, poesía y escenografía de manera inédita. Era conocido por su enorme ambición y su tendencia a la grandiosidad, lo que se reflejaba tanto en sus composiciones extensas como en su vida personal tumultuosa. Wagner era un pensador profundamente introspectivo y filosófico, cuyas obras a menudo exploraban temas de redención y destino. Su pensamiento estuvo marcado por influencias del idealismo alemán y del misticismo, buscando siempre trascender los límites convencionales del teatro y la música.

Friedrich Nietzsche y Richard Wagner se encontraron por primera vez en 1868, gracias a la mediación del amigo y discípulo de Wagner, el compositor y conductor Karl Ritter. Nietzsche, un joven profesor y filósofo en ascenso, quedó profundamente impresionado y emocionado tras asistir a una representación de "Tristán e Isolda". Este evento marcó el comienzo de su devoción y admiración por Wagner, a quien consideraba un genio y un renovador de la cultura. Los unía una profunda afinidad artística y filosófica; ambos compartían intereses en la reforma cultural y la crítica a las normas sociales contemporáneas. Su relación comenzó como una intensa amistad intelectual y emocional, basada en el respeto mutuo y un entusiasmo compartido por la innovación artística.

La relación entre Nietzsche y Wagner comenzó a deteriorarse debido a diferencias ideológicas y personales que se profundizaron con el tiempo. Nietzsche se sintió cada vez más desconectado de los ideales wagnerianos, especialmente por el creciente nacionalismo y antisemitismo del compositor, así como por su afinidad con el cristianismo, que Nietzsche criticaba ferozmente. La ruptura se consumó tras la publicación en 1878 de "Humano, demasiado humano", donde Nietzsche adopta un enfoque más científico y crítico hacia la filosofía, alejándose de la metafísica y misticismo wagnerianos. Este distanciamiento ideológico marcó el fin de su amistad, llevando a Nietzsche a criticar abiertamente a Wagner en obras posteriores.

La amistad entre Friedrich Nietzsche y Richard Wagner ilustra claramente que el talento y la inteligencia extraordinarios no son suficientes para garantizar la durabilidad de una relación, incluso entre mentes brillantes. A pesar de su inicial admiración mutua y la profundidad de su conexión intelectual, las divergencias en sus creencias y valores fundamentales eventualmente sobrepasaron su respeto artístico y filosófico compartido. Este caso subraya que las relaciones humanas requieren compatibilidad en aspectos más profundos que el mero reconocimiento de la genialidad ajena. La evolución personal y las diferencias ideológicas pueden, irónicamente, ser catalizadores de distanciamiento, demostrando que ni siquiera las personalidades más destacadas están exentas de estos desafíos.

Esta separación es simbólica, el cuerpo y la conciencia se separan esa desintegración marcara el final hegemónico de Europa, cuando los nazis quieran unir a la nación no tendrán más que el odio a los judios, porque el cuerpo se separado de la mente haciendo una rajadura irreparable.

 

 

 

 

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Christian Franco Rodriguez

La conciencia sale de si misma siempre y sale a adorar no sale a otra cosa que a adorar, aun en la ciencia y muchos mas ahora en el algoritmo, luego aprenderán a acomodarse la corbata y el vestido pero en el fondo seguirán adorando.

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Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez la conciencia es una función del cerebro humano cuya esencia consiste en que refleja la realidad.

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Christian Franco Rodriguez

Solorzano Hernandez ¿Funcionalismo? No, ya quisieras reducir todo el misterio de la conciencia a tu adoración positivista pero felizmente el mecanicismo y toda la religión comtiana ya fue superado aunque nunca faltan neo, neo , neo positivistas.

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Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez El funcionalismo es caracterizado por el utilitarismo otorgado a las acciones que deben sostener el orden establecido en las sociedades. Es una corriente teórica surgida en Inglaterra en el año 1930 en las ciencias sociales, especialmente en sociología y antropología social. La teoría está asociada a Émile Durkheim y, más recientemente, a Talcott Parsons, además de muchos otros autores como Herbert Spencer, Bronislaw Malinowski y Robert Merton. El funcionalismo se caracteriza por un enfoque empirista que preconiza las ventajas del trabajo de campo. En este sentido, los teóricos funcionalistas identifican en sus textos comunicación con comunicación de masas, porque esa es la realidad de la sociedad moderna. Hasta el siglo XIX, la mayoría de las labores se realizaban en un gabinete, mediante relatos sesgados de viajeros. El funcionalismo abrió el camino de la antropología científica, desarrollándose luego con gran éxito en Estados Unidos. La corriente funcionalista es la escuela más extendida; se ha llegado a naturalizar y estudiar el paradigma de las ciencias de la comunicación. Esta circunstancia se ha entendido como lógica porque es la perspectiva que mejor se identifica con la dinámica y los intereses del sistema audiovisual.

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Christian Franco Rodriguez

Solorzano Hernandez Gracias soy un lector muy asiduo de Durkheim y se muy bien como parte de Comte y creo conocer el desarrollo funcionalista hasta la cibernética social de segundo orden de Luhmann pasando por el algebra de Boole en la programación al… 

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Solorzano Hernandez

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"Ya no rezarás jamás, ya no adorarás jamás, ya no descansarás jamás en una confianza ilimitada. Ahora te prohíbes detenerte ante una sabiduría última, una bondad última, un poder último, y a dar rienda suelta a tus pensamientos. No tienes un amigo ni un guardián permanente para tus siete soledades. Vives sin gozar de la vista en una cordillera que tiene nieve en la cumbre e incandescencia en el corazón. Para ti no hay ya quien te vengue ni quien te mejore a último momento. Ya no tiene razón de ser lo que sucede, ni habrá amor en lo que te acontecerá. Ya no hay ningún lugar de descanso abierto para tu corazón, donde sólo haya que encontrar sin buscar. Rechazas toda paz definitiva, deseas el eterno retorno de la guerra y de la paz. Hombre de la renuncia, ¿quieres renunciar a todo eso? ¿Quién te dará fuerzas para ello? ¡Nadie ha tenido fuerzas hasta hoy!".

Hay un lago que un día se negó a derramarse y que levantó un dique por donde antes se derramaba; desde entonces no deja de subir el nivel de ese lago. Tal vez, esta forma de renuncia nos dé la fuerza que permita soportar la renuncia misma; tal vez el hombre no dejará de elevarse siempre cada vez más desde el momento mismo en que deje de derramarse en un dios."

La gaya ciencia, Friedrich Nietzsche.

 

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Christian Franco Rodriguez

Solorzano Hernandez No, una vez el hombre dejo de derramarse quedo seco, la libertad le fue un fastidio y cedió cada uno de sus vestidos y máscaras, los cambio por pantallas y pequeños intersticios de descanso no es el spleen Baudeleriano del que hablo , el hombre logro secarse aun de su melancolía y angustia de hecho se cruzo a si mismo por ambos lados y luego deconstruyo el puente replegándose en el , si le hablas de Dios le resultan tan lejano si lo llamas al súper hombre a penas esboza una sonrisa y es que ha renunciado a la conciencia y a la voluntad y así todo reza y hace cosas moviendo los pulgares, consiguiendo likes en diferentes plataformas es funcional al sistema y para hacerlo es profundamente disfuncional, en un tiempo creí que era la extensión del ultimo hombre con su decadencia nihilista pero no, esta es una nueva especie surgida de la nada, consciente de que ningún transito va a ningún lado, se deja llevar a ninguna parte.

Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez ¿Puede una filosofía del siglo XX ser una guía en la actualidad? El pensamiento de Xavier Zubiri (1898-1983) lo es, porque nos presenta la filosofía desde la perspectiva necesaria para el hombre contemporáneo que busca una verdad que no sea postura dogmática sino el camino hacia una investigación sincera.

Zubiri construye una nueva metafísica a partir de la lectura de Husserl y Heidegger en la que la realidad y la inteligencia se piensan como congéneres, al tiempo en que examina los problemas fundamentales de la filosofía occidental.

Este libro presenta la evolución del pensamiento de Zubiri organizado en dos etapas sucesivas. Una primera más fenomenológica y ontológico-hermenéutica y una segunda metafísica, en la que se aleja de sus predecesores y propone una antropología para el hombre de nuestro tiempo a través de una nueva mirada sobre lo real y la inteligencia. A través de la lectura de los textos zubirianos, Paolo Ponzio nos invita a descubrir los conceptos más importantes de su filosofía: lo real, la verdad, el hombre y la experiencia de Dios.

 

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Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez El filósofo español Xavier Zubiri afirma que el hombre se caracteriza ante todo por su capacidad de experimentar la realidad que lo rodea, más que por su racionalidad. En efecto, a diferencia del realismo clásico que privilegia en el conocimiento la realidad sobre el saber, y del idealismo moderno que da primacía al pensamiento sobre lo real, para el filósofo español no hay saber sin realidad, ni realidad sin saber. Conocer la realidad y aprehenderla no son dos actos distintos, ya que la realidad se nos da en el mismo saber, el cual es siempre de lo real. De tal manera que ser y saber se corresponden mutuamente, constituyendo así un mismo acto. Por esta razón, para el hombre la realidad no es otra cosa que el modo como se le presentan las cosas en el acto mismo de aprehenderlas. Dicho correlato de la realidad tal cual la acabamos de describir es lo que Zubiri entiende por "inteligencia".

Ésta no es propiamente conocimiento, sino la aprehensión de algo según la formalidad de la realidad, es decir, la actualización de lo real en lo que él llama "la inteligencia sentiente". Así pues, sentir e inteligir no son dos actos distintos en el hombre, sino uno solo sentiente y a la vez intelectivo. Sentiente, en cuanto que es captación de lo percibido por los sentidos, e intelectivo en cuanto que aprehende la dimensión de la realidad de lo sentido. Por esta razón la aprehensión humana tiene prioridad en el pensamiento de Zubiri y, según él, es el objeto primario que debe analizar la filosofía. En el acto de aprehensión las cosas no sólo se le actualizan al hombre sino que además se le "imponen" con una fuerza tal que éste se siente esencialmente vinculado a las cosas reales y a la realidad que ellas manifiestan. La realidad es siempre "más" que cualquier cosa en concreto y se presenta como el horizonte último que fundamenta a la persona y la obliga a realizarse.

Esto es lo que Zubiri denomina el "poder de lo real", un poder que nos liga a la realidad estableciendo con ella un vínculo ontológico en el hombre al que Zubiri llama "religación", y en la que el filósofo español va a fundar la relación del hombre con Dios y la raíz de toda religión. Sin embargo, este poder de lo real, al que Zubiri llama "deidad", no se identifica en primera instancia con Dios. No es Dios, sino la propia realidad intramundana en cuanto poderosa y religante. Todos los pueblos han expresado de alguna forma esta dimensión de poder de la realidad. Por ello la experiencia de la religación se ha encarnado siempre de manera individual, social e histórica. Esta experiencia concreta de la religación es lo que Zubiri entiende por "religión". La religión, no es para él, la actitud ante lo sagrado, sino más bien la forma específica en que individual, social e históricamente el poder de lo real se apodera del hombre.

De ahí que, según Zubiri, todo hombre, aún el que no profese ninguna religión, tiene siempre una cierta experiencia religiosa. Todo esto pone de manifiesto que el tema de Dios es uno de los grandes temas en la filosofía de Zubiri, y, además, que la clave hermenéutica para entenderlo es la religación del hombre al poder de lo real. Por ello el interés de nuestro trabajo consiste en precisar cómo se da concretamente esta particular ligazón del hombre al poder de lo real que es la "religación", y de qué manera sirve de fundamento a la religión. Dicho en otros términos: ¿qué es, en el específico sentido zubiriano, lo que hace del hombre un ser religioso? En este punto es necesario hacer una aclaración previa. Si bien el tema de la religación lo plantea Zubiri ya en su artículo "En torno al problema de Dios",1 y lo vuelve a abordar en sucesivos cursos y conferencias, en nuestro trabajo nos circunscribiremos, aunque no de manera exclusiva, a la exposición que sobre este tema aparece en El hombre y Dios2 de 1984.

Lógicamente, ello no significa que vayamos a rechazar sus escritos anteriores, ya que las primeras intuiciones de Zubiri sobre la religación se mantendrán constantes, en líneas generales, a lo largo de la evolución de su pensamiento, aunque se han ido enriqueciendo con los aportes de Sobre la esencia de 1962 y sobre todo de la trilogía sobre la Inteligencia de 1980 a 1983. La razón por la cual hacemos esta opción es doble. En primer lugar porque al momento de su muerte Zubiri estaba trabajando en la elaboración de El hombre y Dios, cuya primera parte, en la que aborda específicamente el tema de la religación, había llegado ya a su redacción final; una redacción, además hecha por su autor en los últimos meses de su vida, iniciada en la primavera de 1983, y concluida a principios de ese mismo verano... Es por tanto una Parte en la que todo es de Zubiri, y de un Zubiri completamente satisfecho con la redacción alcanzada.

La segunda razón la encontramos en otro libro póstumo de Zubiri, y posterior a la aparición de El hombre y Dios, nos referimos concretamente a El problema filosófico de la historia de las religiones, donde también se aborda de manera más o menos extensa el tema de la religación, y cuya primera edición es de junio de 1993. Aquí, en una nota a pie de página en el apartado tercero titulado "La actitud radical del hombre", del primer capítulo, el editor (Antonio González) señala que la exposición más acabada sobre la religación es la que se encuentra en El hombre y Dios.6 Por ello, para apreciar mejor la madurez que Zubiri alcanza en relación al tema que nos incumbe, dividiremos el presente trabajo en dos partes. En la primera de ellas mostraremos cómo plantea el filósofo español la religación en dos importantes artículos: "En torno al problema de Dios" e "Introducción al problema de Dios",7 donde ya se puede apreciar una evolución en lo que hace al fundamento de la religación. Y en la segunda parte, veremos la exposición más elaborada y acabada de lo que es la religación como actitud radical de la persona humana, tal como la encontramos en su libro El Hombre y Dios. Finalmente, en la conclusión haremos una valoración de todo lo expuesto.

Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez Dios: es un fundamento real en la realidad, fundamento del poder de la deidad de lo real que palpita en el fondo del espíritu humano y que llama a la realidad como sede de la deidad, la voz de la consciencia es la palpitación sonora del fundamento.

Xavier Zubiri.

 

 

 

Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez Qué es religación en filosofia?

Es un momento intrínseco y formalmente constitutivo de la misma.

Esta religación, como una respectividad constitutiva, acontece en forma de experiencia, en la que se manifiesta el poder de lo real de una manera viva.

Lo propio de la religión es la subordinación y vinculación a la divinidad; ser religioso es estar religado a Dios.

La religatio ('religar', ' vincular',

Etimológicamente, el vocablo religión proviene del latín religĭo, religiōnis, que a su vez procede del verbo religāre.

Este se forma del prefijo re, que indica repetición, y del vocablo ligare, que significa ‘ligar o amarrar’.

Así, la religión es la doctrina que liga fuertemente al ser humano con dios o los dioses.

Todo esto permite afirmar que la religación es la actitud radical del ser humano, la cual lo vincula de manera radical al poder de lo real, un apoderamiento de la persona en su estructura total por parte de la realidad.

 

 

 

Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez La Realidad:

En el hombre, en el momento aprehensor, la realidad es estimulante.

El momento aprehensor es como el acto primario del hombre en el sentir, "intelección"; después vienen el momento de afección tónica, "Sentimiento", y el momento de respuesta, "volición".

Impresión, Afección, Alteridad, Fuerza de imposión, Momento de respuesta! Eso es como se manifiesta la realidad en el hombre! La comprención de la interacción de estos terminos hacen al hombre real!

Las cosas, que primariamente aprehendemos, en su manera de quedar en mi aprehensión, son la realidad. La realidad es un momento que pertenece formalmente a la aprehensión en su primigenia inmediatez.

La realidad no es un "extra", no es un "allende" a la aprehensión, sino ser de suyo lo que es la aprehensión misma.

La realidad es un "en" - la - aprehensión".

El mismo modo de inteligir es sentir realidad!

La intelección es ciertamente un darse cuenta! "pero es un darse cuenta de algo que está ya presente"

La intelección no es un acto de una facultad ni de una conciencia, es en sí misma es un acto de aprehensión.

La aprehensión es un hecho de que me estoy dando cuenta de algo que me está presente y se da en el ámbito del sentir intelectivo.

Lo real se refiere en filosofía a lo que es auténtico, la inalterable verdad en relación -al mismo tiempo- al ser y la dimensión externa de la experiencia.

Una reflexión científica o filosófica, consideran que lo real es: «eso que está ahí fuera»

Aprehensión de las cosas como realidades es, pues: El acto primario, exclusivo y radical de la inteligencia. Es el acto formal de la inteligencia.

La aprehensión, así, no es una acción sino una habitud, o sea, lo que hace posible toda acción, algo subyacente a toda acción.

Aprehensión no es conocimiento, porque el conocimiento no es algo primario y radical de la inteligencia, sino que es un modo ulterior de intelección.

La aprehensión es, en el hombre, momento del sentir, pero que junto con la afección y la respuesta, permite a este abrirse desde la estimulación misma a los estímulos como realidades.

La inteligencia no consiste en concebir lo dado "a ella" por los sentidos, sino que consiste en aprehender como Real lo dado sentientemente "en ella"!

*INTELIGENCIA SENTIENTE*

XAVIER ZUBIRY

 

Solarzano Hernandez 

Para Zubiri la vida tiene un carácter misivo, ya que el hombre se encuentra implantado en la existencia con la tarea de tener que hacerse con las cosas, con los demás y consigo mismo. Este "con" no es una simple yuxtaposición sino uno de los caracteres formales de la persona humana en cuanto tal.

En este tener que hacerse el hombre se encuentra también con que "hay" lo que hace que haya. La existencia humana, por lo tanto, no está arrojada sino religada, ya que estamos obligados a existir porque previamente estamos religados a lo que nos hace existir. Ese vínculo ontológico del ser humano es "religación" En la religación, más que obligación de hacer o el respeto del ser (en el sentido de dependencia), hay el doblegarse del reconocer ante lo que "hace que haya".

Pero la religación no es algo que atañe solamente al hombre, al margen de las cosas, sino junto con ellas. Sin embargo, sólo en el hombre la religación se actualiza formalmente, y por ello también el universo material aparece iluminado por la luz de la fundamentalidad religante. Así pues, el hombre podrá tener o no religión positiva, pero consiste en religación, que es su dimensión radical y personal. Ahora bien, la religación no nos coloca ante la realidad precisa de un Dios, sino que nos instala en el ámbito de la deidad, la cual se nos presenta como fundante. Por ello el atributo primero que descubrimos de la divinidad es la fundamentalidad.

De igual modo que la exterioridad de las cosas pertenece al ser mismo del hombre -en el sentido que existir es existir "con"-, así también la fundamentalidad de Dios pertenece al ser del hombre, no por ser parte de él sino por ser su fundamento. No obstante, religación y exterioridad tienen signo contrario. El hombre se encuentra entre y con las cosas, por eso va hacia ellas. Pero con Dios no sucede lo mismo, ya que "al estar religado el hombre, no está con Dios, está más bien en Dios. Tampoco va hacia Dios bosquejando algo que hacer con Él, sino que está viniendo desde Dios, 'teniendo que' hacer y hacerse. Por esto, todo ulterior ir hacia Dios es un ser llevado por Él".

Al final de este artículo Zubiri desarrolla dos paradojas que en principio cuestionan la religación, éstas son: la libertad y el ateísmo. Por un lado, la religación y la consideración de Dios como realidad religante del hombre parece comprometer seriamente la libertad humana. Y por otra parte, el ateísmo, como fenómeno social y personal, parece desmentir la idea misma de la religación. Con respecto a la libertad, ésta puede entenderse como ejercicio de la libertad, es decir, se identifica la libertad con las acciones libres que pueden realizarse; o bien se entiende la libertad como liberación, como existencia liberada. Zubiri afirma que ambas consideraciones de la libertad son posteriores al plano ontológico en el que se mueve la religación.

Por ello, la religación, en todo caso, viene a remarcar el carácter absoluto de la persona, y por lo tanto de la libertad humana, porque una libertad sin fundamento, sin religación y sin lo religante, sería impotencia y desesperación. Mientras que una libertad religada y con Dios se potencia al máximo, ya que "con ella se constituye su persona propia, su propio ser, íntimo e interior a él, frente a todo, inclusive frente a su propia vida".

Con respecto al fenómeno del ateísmo, Zubiri afirma que el ateísmo verdadero reside en la posibilidad del encubrimiento de Dios, lo cual lleva a la divinización o endiosamiento de la vida. Esta autosuficiencia, el tener la confianza puesta solamente en las propias fuerzas para obtener el éxito en la vida, es una situación ilusoria que se opone al fin último al que tiende la religación, es decir, a Dios; pero no se opone a la religación misma. La religación del ateo está fundamentada sobre sí misma, ya que "el ateo, en una u otra forma, hace de sí un Dios. El ateísmo no es posible sin un Dios. El ateísmo sólo es posible en el ámbito de la deidad abierto por la religación... Por lo tanto el hombre es radicalmente religado. Su sentirse desligado es ya estar religado"

En "Introducción al problema de Dios", Zubiri aclara un poco más lo que es la religación con una marcada acentuación de lo personal. Tomando como punto de partida el análisis de la realidad humana, pone el acento en el "cómo" el hombre ejecuta sus actos, ya que en cada uno de ellos va tomando una determinada postura frente a la realidad o ultimidad.

En esta ultimidad el hombre no sólo está sino que tiene que estar para poder ser lo que es. Así pues, la ultimidad tiene un carácter fundante porque hace que en sus actos el hombre no sólo sea una realidad que actúa de tal o cual manera, sino una realidad religada a la ultimidad. Este "es el fenómeno de la religación. La religación no es sino el carácter personal absoluto de la realidad humana actualizado en los actos que ejecuta".

A esta ultimidad en cuanto religante, Zubiri la denomina "deidad", porque no se trata de Dios, sino de un "carácter" según el cual se le muestra al hombre todo lo real. Por ello, el descubrimiento de la religación no necesita de un razonamiento ilativo, pero sí de una operación estrictamente intelectual que puede considerarse como un análisis discursivo. Este análisis no pretende ser una demostración, sino una mostración de la religación. "Esto nos aclara, ante todo, que la religación no puede estimarse como algo lejano y problemático, inalcanzable si no es por un largo razonamiento, sino como algo presente, y presente a una inteligencia, por decirlo así, más vital, menos 'intelectualizada'"

 

 

Acá viene la cuestión has empezado con el funcionalismo para luego maravillarme con tu conocimiento de Zubiri y está  conciencia de la religación  este estar  religado desligado, porque hay un paso del ser al no ser en toda existencia 10  y entonces surge el misterio pascual este no ser este estar en el tener en el deseo, y en la voluntad tiene que ir hacia sí mismo, lograr un resein volver al ser 101 una vez logrado hay que ir a la acción, más toda acción exige una inversión y yo me desligo 01 paso al ser que en este caso es un deseo y paso al no ser ejerciendo mi voluntad, que si es la voluntad divina es realmente una voluntad de poder, asi el proceso en el que tomo conciencia de mi religación es un proceso de desligación la experiencia misma es un desligarse para religarse y jercer la acción desde una desligación para volver a la ligación desligarme y retornar a la ligación estos son los pasos del ser al no ser inversión y del no ser al ser conversión comprendiendo que el ser no es Dios sino mi ligación con Dios y el no ser es esa desligación que me permite estar eyectado en el mundo con toda la voluntad de poder el hecho es que no lograr esta integración del Espíritu y la voluntad nos hacer perder el ser y el no ser y quedamos en el intersticio en que ahora está el hombre, por esto es tan importante reconciliar a Wagner Co Nietzsche  en su separación esta simbolizada la separación del Espíritu y la voluntad, lo que hara imposible cualquier integración nacional y le costara las guerras a Alemania y la hegemonía a Europa, hoy en plena posmoderndad vivimos desintegrados en una pos humanidad algorítmica si apostamos por un funcionalismo cibernético despidámonos de la voluntad y del espíritu y de toda la humanidad en cambio si logramos integrarlos hay una posibilidad para la libertad y la realización de toda la potencialidad humana.       

 

 

Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez está largo tu énfasis.

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Christian Franco Rodriguez

Solorzano Hernandez corresponde a lo compartido

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Solorzano Hernandez

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Christian Franco Rodriguez Impresión, Afección, Alteridad, Fuerza de imposición, Momento de respuesta! Eso es como se manifiesta la realidad en el hombre! La comprensión de la interacción de estos terminos hacen al hombre real!

Cómo interactúan estos términos

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=-XntbBFSBUU&t=311s

https://www.youtube.com/watch?v=Sx_8VWzW0cQ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Solorzano Hernandez

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Colaborador destacado

hybris es un concepto helénico que se puede

traducir al castellano como “desmesura” o “soberbia”. Está en el terreno opuesto a la sobriedad y a la moderación, y manifiestamente relacionado

con el ego desmedido.

.

El origen de este vocablo se remonta al teatro

griego y aludía la gente que robaba escena, además en el ámbito de la mitología era el castigo de los dioses a aquellos que sobrepasaban los límites de lo humano y se adentraban en el terreno de lo

divino. Así por ejemplo, Prometeo fue castigado

con la hybris por transgredir las leyes impuestas

por los dioses al hacer partícipes del conocimiento del fuego a los humanos.

Platón en su “Fedro” definió la hybris como un

deseo que “arrastrándonos irrazonablemente a

los placeres, nos gobierna”.

Por su parte, Aristóteles en “Retórica” subraya que el placer que se busca con este acto es “mostrar nuestra superioridad sobre los demás”.

En el 2008 el doctor David Owen, neurólogo y

miembro de la cámara de los lores, acuñó el término “síndrome de hybris” para describir a los

mandatarios que muestran una tendencia a la omnipotencia y que son impermeables a la crítica.

.

Este síndrome, desgraciadamente, también puede aparecer en el sector sanitario y debemos de

reconocerlo. Partimos del hecho que la relación

médico-paciente es asimétrica, en ningún modo

es una relación de pares

. La autoridad científica

del médico, basada en sus conocimientos y habilidades, puede favorecer la aparición de arrogancia y prepotencia, de forma que el facultativo

sea inmune a la desgracia ajena. En este sentido,

la hybris no sólo agrede a la ética y a la cordura que deben presidir todo acto médico-, sino que condena al que la padece a un error persistente.

La hybris puede provocar la toma de decisiones

erróneas, basadas en ideas preconcebidas y una

pérdida de la perspectiva de la realidad, de forma que ejerzamos la autoridad sin supervisión y sin control.

La hybris es un concepto muy imbricado con

otros personajes mitológicos, concretamente las

Moiras o Parcas, las tres divinidades que rigen

la vida de los hombres. Los griegos creían que

una enhebra el hilo de la vida, otra lo mide y la

tercera lo corta. Los profesionales embriagados

de la hybris se rebelan contra su propio destino, su prepotencia y arrogancia les lleva a creer que

tienen un derecho superior al asignado.

Es una conducta con rasgos marcadamente narcisistas que podría definirse en base a cuatro valores o actitudes.

Exceso de confianza en

uno mismo. 2) Impaciencia. 3) Falta de atención

a los detalles. 4) Creerse infalible.

Quizás deberíamos tener más presente en nuestros actos a Némesis, la diosa griega de la justicia, el equilibrio y la mesura. Habría que enterrar

la hybris y orientar nuestra brújula profesional

hacia la “areté”.

En la cultura griega se empleaba el término

“areté” para indicar la excelencia. En la literatura

homérica este vocablo tiene un carácter militar,

es el más alto sentido del deber y del honor,

el más elevado ideal caballeresco. Los griegos

consideraban que era un don divino, que se adquiría por herencia y que no podía ser enseñado ni adquirido.